miércoles, 30 de marzo de 2016

LETRINAS ROMANAS

LETRINAS: EL WC DE LOS ROMANOS
Aguas mayores y menores de los romanos

Cuando se trata de hablar de la higiene más íntima de los antiguos romanos, partimos, siempre, de que las condiciones de aseo personal fueron las justas, lo que se reflejaba en la atmósfera pestilente que se desprendía de las aglomeraciones.

Sólo las domus de los ricos disponían de agua corriente y de algo parecido a un baño (lavatrina) que también incluía retrete. El resto de los mortales usaba las fuentes y letrinas públicas conectadas con la red subterránea de alcantarillas.





En realidad estas letrinas usadas por la mayoría tenían unas características higiénicas muy avanzadas para su época, ya que disponían de una corriente interna de agua que mantenía el lugar perfectamente drenado de residuos y de malos olores.

Los inodoros a la romana disponían bajo el asiento de un recipiente que era vaciado por un esclavo tras su uso.
A falta de papel higiénico se utilizaban esponjas que sujetas a unos palitos servían para limpiar las partes íntimas.

El antiguo inodoro que usaban los romanos era similar a una plancha o placa agujereada apoyada sobre dos soportes de mampostería; en otras ocasiones era un simple agujero en el suelo. Otra opción pasaba por la utilización de cacharros con formas de bote y de palangana a modo de orinal.

Las clases más pudientes contaban con verdaderas letrinas, que no eran otra cosa que fosas cubiertas con una placa horadada por agujeros circulares para uso de todos los habitantes de la casa, incluidos los esclavos. Las letrinas ocupaban un espacio cercano a la cocina en el interior de las casas, muy cerca del fregadero y del fuego donde se guisaba; de esta forma, el agua que sobraba de fregar y baldear la cocina desaguaba la letrina y conducía la suciedad directamente a la calle.

Mientras, las clases más humildes que vivían aglomeradas en las insulae disponían de tinajas a modo de orinales, alojadas en el hueco de la escalera de la planta baja, o una fosa, que se empleaba para hacer las necesidades de sus vecinos. Para evitar el hedor pestilente que emanaban, las fosas se limpiaban de manera periódica.

Las letrinas o retretes se conectaban con un canal que conducía los desechos a la red de alcantarillado en las ciudades que disponían de ella.

Los más cívicos vertían las heces de sus orinales en las tinajas; los más incivilizados las arrojaban directamente a la calle. La alternativa era depositar los desperdicios cerca de las fuente públicas, donde el agua corría y se encargaba de arrastrar los detritus.

Letrinas Públicas

Las hendiduras del suelo permitían la limpieza mediante una esponja acoplada a un palo que se mantenía limpia en un pequeño canal de agua corriente que discurría a los pies de los asistentes.

Los escusados de tipo público eran conocidos como los foricae y se construían sobre una sala cuadrada  o rectangular espaciosa, provista de un banco corrido adosado a la pared en todo el contorno.  Este banco, de losas de piedra fina, tenía orificios ovoides con una abertura más estrecha en forma de gota delante;  situados a distancias fijas donde se acomodaba el público que disponía de espacio suficiente para dejar objetos a su alrededor.

En el suelo solían correr unos pequeños canales con la inclinación suficiente para que el agua estuviera permanentemente en movimiento; junto a estos canales había unos cubos con unas escobillas con el mango de madera y con una bola de esponja que se usaban a modo de nuestro papel higiénico actual, limpiándolas en el canalillo de agua.


Una corriente interna de agua mantenía el lugar perfectamente drenado de residuos y de malos olores con características para la higiene muy avanzadas en aquella época.

Su interior estaba hueco y por él discurría de forma continua una corriente acuosa que transportaba los residuos hasta las cloacas.

Estas letrinas públicas que vemos en las imágenes son las mejor conservadas de la época romana. Muchos de los retretes siguen intactos, junto con el canal por el que fluía el agua con la que se lavaban.

En la mayoría de las letrina los romanos solían disponer de esas esponjas marinas insertadas en mangos de madera que se utilizaban para lavarse las partes después de colmar las necesidades fecales, a falta de papel higiénico.

Asimismo, en el centro de la sala, una fuente permitía el lavado de manos.

Solía abonarse una pequeña cantidad de dinero por su uso con el fin de mantenimiento y limpieza de las instalaciones, así como también para pagar el sueldo de los foricarium conductores. De tal guisa se convertía en un espacio de encuentro social, donde los romanos se citaban y departían un rato.

Algunas curiosidades:

Los romanos que acudían a las letrinas públicas con esclavos les hacían sentarse primero en la bancada para que la piedra se calentara y estuviera confortable cuando llegara el turno del amo.


Durante las campañas bélicas, los legionarios, al no disponer de letrinas exclusivas en los campamentos donde se instalaban, excavaban zanjas para defecar, lo que se convertía en un foco de infecciones, o bien buscaban un arroyo o riachuelo próximo para, después de surcar un pequeño canal y desviar parte de la corriente hacia su emplazamiento, poderse asear.
Pese a que no se conservan demasiados restos arqueológicos relacionados, se calcula que Roma llegó a contar con 144 letrinas en el siglo IV de nuestra era.

Así pues, Roma fue mucho más higiénica en este aspecto  que muchas grandes ciudades europeas posteriores, incluso hasta entrado el siglo XIX.

La Cloaca Máxima fue la red más antigua de alcantarillado en el mundo.

CALZADAS ROMANAS

Aquí hay algunas fotos de varios tramos de calzadas romanas que todavía hoy en algún caso siguen utilizándose y que dan una idea de la importancia que tenían estas antiguas autopistas de la antigüedad para las comunicaciones y la logística militar y administrativa del antiguo imperio romano:








MAQUETA ROMA ANTIGUA

En esta maqueta podemos hacernos una idea de la distribución urbana de la antigua Roma, donde se puede apreciar la ubicación del Coliseo y otros edificios cuyos restos permanecen aún hoy en día:




MOSAICOS ROMANOS

A continuación podemos ver algunos ejemplos de mosaicos romanos con distintos motivos decorativos y escenas de la vida cotidiana. Los mosaicos decoraban fundamentalmente el pavimento de las casas y los interiores, pero también las dependencias externas y las paredes de los edificios. Gracias a ellos nos han llegado muchas escenas sobre las costumbres y la vida cotidiana de los romanos:





BREVE HISTORIA POLÍTICA DE ROMA

Con la ayuda de este vídeo conoceremos mejor la historia de los distintos regímenes de gobierno de la ciudad eterna :



HISTORIA DE ROMA. LOS ORÍGENES, LA LEYENDA

Conozcamos un poco de historia. Descubre  Roma como jamás has visto.


Rómulo y Remo

El nacimiento de Roma

Romulo y Remo, de Rubens, hacia 1616. Museos Capitolinos
La leyenda de la loba es sólo una de las muchas que los romanos inventaron sobre los fundadores de su ciudad.

Entre la historia y la leyenda

La historia de los orígenes de Roma se pierde entre las brumas de la leyenda. Sus humildes comienzos no debieron distinguirse mucho de los de tantas ciudades de la región del Lacio. Pero con el tiempo, los antiguos historiadores romanos pensaron que la ciudad escogida por los dioses para convertirse en dueña del mundo debía tener un origen heroico, que adornaron con infinidad de leyendas, muchas veces contradictorias entre sí, llenas de dioses y héroes mitológicos.
De hecho, para los modernos investigadores resulta difícil distinguir leyenda y realidad, porque a veces, inesperados descubrimientos arqueológicos sacan a la luz las huellas de personajes y sucesos que parecían meras invenciones legendarias.

Rómulo y Remo

Roma fue fundada, según la tradición, por dos hermanos gemelos, Rómulo y Remo, que, acompañados de bandidos y vagabundos expulsados de sus propias ciudades, decidieron fundar un nuevo asentamiento junto al Tíber. Sin embargo, los dos hermanos no se ponían de acuerdo acerca del lugar en que levantarían su ciudad. Remo prefería el promontorio del Aventino, mientras que Rómulo se inclinaba por la colina del Palatino. Así las cosas, decidieron dejar su disputa al arbitrio de los dioses y -apostados cada uno en su colina-, se quedaron esperando una señal de lo alto.
La mañana del 21 de abril del año 753 a.C., Remo contemplaba el limpio cielo primaveral desde la cima del Aventino cuando divisó seis enormes buitres sobre su colina. Lleno de euforia, echó a correr hacia Rómulo, para anunciarle su victoria. Sin embargo, en ese mismo instante, una bandada de doce pájaros sobrevolaba el Palatino. Seguro de su victoria, y sin esperar la llegada de su hermano, Rómulo cogió un arado y comenzó a cavar el pomerium, el foso circular que fijaría el límite sagrado de la nueva ciudad, prometiendo dar muerte a quien osara atravesarlo.
Pero Remo, enojado por su derrota, lo cruzó desafiante de un salto. Obligado por el juramento que acababa de pronunciar, Rómulo dio muerte a su hermano, que fue el primero en pagar con su vida la violación de la frontera sagrada de Roma.
Esta leyenda encerraba para los romanos una halagüeña promesa: su ciudad sería perfecta y jamás tendría fin, como el foso que rodeaba el Palatino. Pero contenía también una oscura amenaza: la sombra del fratricidio sobre la que estaba fundada planearía como una maldición sobre Roma, en cuya historia abundaron los asesinatos y las Guerras Civiles.